Lecturas: 1ª lectura: Hech 6, 8-15
Evangelio: Jn 6, 22-29
Hermanos y hermanas,
Vivimos en un mundo de provecho y de los
intereses, dominado por el individualismo, egocentrismo y materialismo. Esto
hace que a menudo las relaciones humanas sean motivadas por intereses
personales o conveniencias, buscando sacar el mejor beneficio.
En este tipo de mundo, el valor de las personas
y de las cosas depende solamente de su utilidad y del provecho que se puede
sacarlo. Así queremos a alguien porque es bueno, porque tiene dinero, porque es
bello, porque nos quiere, etc. Esta tendencia está también presente en nuestras
iglesias. En efecto, a veces muchos de nosotros vienen a la iglesia sólo para
intereses personales o familiares. Cuando todo está bien, cuando todo es
perfecto, no necesitamos a Dios.
En el evangelio de hoy, Jesús nos invita a
buscar a Dios, no solamente en los momentos difíciles cuando necesitamos algo,
ya que Dios nos espera con los brazos abiertos en todo momento, en cualquier
circunstancia de nuestra vida. En momentos de paz como de angustia, de alegría
y de lágrimas como de felicidad y de necesidad.
Busquemos acercarnos a Él, buscamos su amistad,
no solamente en el malestar, sino también en tiempo de paz y de alegría para
agradecerle lo que tenemos o simplemente para compartir con Él pequeños momentos
de amistad y de cariño. No reduzcamos nuestro trato con Él a simples
peticiones.
Dios quiere concedernos lo que le pedimos pues
conoce nuestras necesidades, pero además de esto, quiere estar con nosotros,
simplemente estar con nosotros dialogando de las pequeñas cosas que nos ocurren
cada día. Él nunca nos fallará, jamás nos abandonará, siempre estará con nosotros
en los momentos de soledad, de tristeza, de abandono, de traición o de desesperación.
Él quiere ser para cada uno de nosotros el verdadero amigo que tanto anhelamos.
Es todo lo que necesitamos.
Sébastien Bangandu, a.a.
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