Lecturas: 1a lectura: Jer 17, 5-10
Evangelio: Lc 16, 19-31
Estimados hermanos y hermanas
La parábola de Lázaro y del hombre rico ilustra
perfectamente la vida de los hombres sobre la tierra. Hay que son ricos. Hay
que son pobres. Estas dos condiciones de los seres humanos, existen desde hace
muchos siglos.
La pobreza en efecto, no es una enfermedad, pero una
situación desgraciada que hace al hombre indigente incapaz de subvenir a sus
necesidades legítimas. Pero la pobreza no es eterna, ya que se puede salir de
allí. Hace falta para que eso mejore las condiciones de vida para todos. Por
otro lado, el amor, la solidaridad entre los hombres pueden también contribuir
a eliminar la pobreza a través del mundo.
En cuanto a la riqueza, no es mala. Desde hace siglos,
ha estado considerada como una bendición, porque contribuye al bienestar del
ser humano y hace que la vida humana sea agradable. Pero lo que devuelve los
ricos detestables es el egoísmo, la falta de solidaridad a favor de los que
sufren consecuencias de esta pobreza a través del mundo.
Por su parte, Jesús jamás estaba contra los ricos.
Pero los llamaba siempre a ser solidarios de los pobres, como él mismo lo fue
toda su vida. Y sabemos que naciendo, Jesús se identificó con los pobres. La
desgracia del rico no es su riqueza. Pero su indiferencia con respecto al pobre
Lázaro que sin embargo, se ponía en la puerta de entrada de la casa del rico.
Insensible y ofendiendo por su riqueza, hasta que no podía percibirse de la
presencia del pobre Lázaro frente a su puerta.
La situación de Lázaro es también la de los millares
de personas en el mundo que sufren de la pobreza sin encontrar jamás la ayuda
de las más ricas. A pesar de las llamadas de solidaridad con los pobres, la
situación permanece incambiable. Como este hombre rico, esperamos a veces para
que alguien descienda del cielo para convertirnos.
Hoy el Señor nos invita a estar atentos a lo que pasa
alrededor de nosotros; a la miseria que nos rodea, a las llamadas de desamparos
que se oyen a través del mundo. Qué este tiempo de cuaresma estimule nuestro
arranque de solidaridad y de amor, a favor de todo hermano que sufre.
Sébastien Bangandu, a.a.
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