vendredi 8 avril 2016

Viernes de la 2a semana de Pascua: La resurrección de Jesús, una cuestión de fe




Lecturas: 1a lectura: Hech 5, 34-42
                Evangelio: Jn 6, 1-15

Estimados hermanos y hermanas,

Aunque Cristo decía que el hombre no vive solamente del pan sino también de toda Palabra que sale de la boca de Dios, sabía tomar en cuenta ambas realidades de la vida humana: la corporal y la espiritual. Y sabemos que  todo ser viviente necesita alimentarse para poder mantenerse sano y vivo. Es lo que pone en evidencia el Evangelio de hoy. 

En efecto, después de haber enseñado a la muchedumbre venida para escucharlo, Jesús comprueba que la gente tiene hambre y que hay que subvenir a su necesidad. Y así como quería siempre hacer participar a sus discípulos en lo que hacía, interroga a Felipe: ¿cómo compraremos pan para que coma esta muchedumbre de gente?

Esta cuestión de Jesús, aparentemente fácil, solicita una respuesta de  confianza y de fe de parte de sus discípulos. En efecto, Jesús quiere darse cuenta del nivel de fe de sus discípulos frente a una situación difícil. Ya que sabía lo que debería hacer. Pero la respuesta que da Felipe es sorprendente y triste. Dice: Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan. 

Esta respuesta es sin duda una prueba de falta de fe. Luego, a su vuelta Andrés toma la palabra. Él también quiere reaccionar a la cuestión de Jesús. Dice: Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero que es eso para tanta gente? Respondiendo así, Andrés también quiere decirle a Jesús que es imposible. A él también le falta la fe.

En efecto, a partir de sus respuestas, podemos comprobar que los discípulos no tienen fe, a pesar de que fueron testigos de varios milagros que Jesús operaba delante de ellos. Esto a menudo nos llega en nuestra vida, cuando estamos frente a dificultades. 

Muchas veces, la amplitud de problemas o dificultades que experimentamos nos impide ver la grandeza de Dios, su poder y su capacidad de cambiar situaciones difíciles en oportunidades. Así olvidamos que Dios es más grande, más poderoso que todos nuestros problemas. Y su palabra nos dice que nada es imposible para el que cree.

Desde la resurrección de Jesús, asistimos a una actitud de falta de fe de parte de sus discípulos, que de todas maneras habían vivido tres años con él, no lograron reconocerlo fácilmente. El tiempo pascual que vivimos es una invitación a la fe. Es decir que la condición para descubrir el rostro nuevo del resucitado, es la fe. 

Pidamos a Cristo el don de la fe, para que podamos ser capaces de creer que Dios siempre actúa sea lo que sea la gravitad del problema que se nos presenta.

Sébastien Bangandu, a.a.

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